16 de septiembre de 2024

Cómo las apps de citas juegan con tus emociones

Las aplicaciones de citas han revolucionado la manera en que las personas buscan pareja, convirtiéndose en una parte integral de la vida moderna. Sin embargo, lo que la mayoría de los usuarios no se da cuenta es que estas apps no están diseñadas para ayudarnos a encontrar el amor, sino para mantenernos enganchados.

Exploraremos las estrategias ocultas detrás de estas plataformas y cómo influyen en nuestra búsqueda de conexión. Como estas apps que comenzaron con una finalidad sencilla, que romper el hielo sea más fácil, terminaron clasificándonos según un estándar de belleza, para después enfocarse en que no dejemos de usar la app.

Aunque esto en estos momentos nos estamos dando cuenta que estas app juegan con nuestras emociones y las empezaos a dejar de usar poco a poco.

El Verdadero Negocio de las Apps de Citas

Cuando pensamos en aplicaciones de citas como Tinder, Bumble o OkCupid, la función principal que nos viene a la mente es la de encontrar una pareja o, al menos, establecer conexiones para posibles relaciones. Sin embargo, el objetivo real de estas plataformas no es que encuentres el amor, sino que sigas buscando.

Las apps de citas ganan dinero principalmente a través de suscripciones, publicidad y compras dentro de la aplicación. Entonces, si encuentras una pareja rápidamente y dejas de usar la app, dejan de ganar dinero. Por lo tanto, su diseño está orientado a mantenerte dentro de la aplicación, deslizándote por perfiles una y otra vez, en lugar de ayudarte a encontrar a tu pareja ideal.

Hasta el 2016, los propios desarrolladores de Tinder admitían que clasificaban a las personas por su belleza. Es decir, ellos decidían si sos feo/a o lindo/a según la cantidad de «Me gusta» que tenías, para más adelante poder mostrarte a gente con tu mismo nivel de belleza y así lograr aumentar la cantidad de matches. Había dos problemas, uno el asqueroso segmento por castas de belleza y el otro, más perjudicial para Tinder, que al cumplir con su función de encontrarte pareja, dejaban la app y eso no les convenía.

Cuando se dieron cuenta de lo segundo, nunca les preocupó lo primero, cambiaron el algoritmo, con una buena campaña en medios diciendo donde admitieron que segmentaban por belleza, pero que ya no y que ahora hacer match es la verdadera prioridad. Es cierto, cambiaron su algoritmo, la gente hace match con mayor frecuencia, pero… ahora hay que pagar para ver quienes te dieron «Me gusta», activaron modos de generar relaciones que no dejen la app, etc.

El Origen de las Apps de Citas: La Desconexión entre la Teoría y la Práctica

El concepto de las aplicaciones de citas comenzó como un intento sincero de ayudar a las personas a encontrar su pareja ideal. Otro ejemplo es OkCupid, una plataforma que inicialmente basó sus emparejamientos en cuestionarios extensos que abordaban todo, desde preferencias de vacaciones hasta hábitos de sueño.

Muy lindo, pero los fundadores pronto se dieron cuenta de dos cosas cruciales: la mayoría de los usuarios no tenían la paciencia para responder a cientos de preguntas, y lo único que realmente les importaba era la foto del perfil. Aunque en el fondo, el ser humano si quiere alguien con cierto tipo de personalidad y es esta la prioridad, en estos entornos digitales suele pesar más las apariencias y el ser humano se adapta a esto y hace que lo rápido, lo superficial impere.

Aunque OkCupid aún existe, su popularidad ha disminuido significativamente, en parte porque la gente prefiere plataformas más sencillas y rápidas. Este descubrimiento llevó a un cambio radical en la industria de las citas en línea: el énfasis pasó de las compatibilidades basadas en personalidad a la apariencia física y la atracción superficial.

Lo que estas apps nos muestran es la forma en que se puede manipular creencias muy fuertes con herramientas digitales. En este caso, mover la naturaleza de buscar y apreciar la personalidad, a actuar como si fuera lo físico, lo superficial el objetivo real.

El Algoritmo de Tinder: Un Sistema de Castas Digital

Al principio, Tinder operaba con un algoritmo que evaluaba tu atractivo basándose en las reacciones de otros usuarios a tus fotos. Este algoritmo te asignaba un «puntaje de atractivo» según la cantidad de «Me gusta» para determinar con quién te emparejarían. Si tenías un puntaje alto, veías perfiles de personas igualmente atractivas; si tu puntaje era bajo, tus opciones eran limitadas a personas con puntajes similares.

Este sistema creó, en efecto, un sistema de castas digital, donde los «lindos» veían a otros «lindos» y los «menos atractivos» eran relegados a su propio grupo. Aunque Tinder afirmó haber abandonado este sistema en 2016, la verdad es que simplemente lo reemplazaron con algo aún más astuto: un algoritmo diseñado no para emparejarte con personas compatibles, sino para mantenerte deslizando y usando la app el mayor tiempo posible.

Esto se ve reflejado en las funciones que hacen que te mantengas en una constante búsqueda y no salgas de la app o que te nuevas siempre dentro de ella en sus distintos modos en «Explore», donde existe muchas formas de quedar en una cita, pero que no provoque la salida o desinstalación de la app. Siendo fiel al objetivo de real de la app, que te quedes en ella todo el tiempo.

Esto responde también a la gran teoría del Capitalismo de la Vigilancia, donde los datos son la mina de oro de las compañías y las mismas recolectan datos que no solo les sirve para clasificarnos en castas, sino también conocernos más de lo que necesitan, o sea, son participes de la acumulación del «Excedente Conductual».

El Círculo Vicioso de la Búsqueda Infinita

Un aspecto particularmente insidioso de las apps de citas es cómo explotan la psicología humana para mantenernos enganchados. La gran cantidad de opciones, en lugar de ser algo positivo, nos lleva a valorar menos a las personas con las que coincidimos. Siempre existe la posibilidad de que haya alguien mejor a solo un deslizamiento de distancia, lo que nos hace menos propensos a comprometernos con la persona que tenemos delante.

Es mucho más profundo el daño que podemos hacernos con este tipo de apps. Por un lado, valorar menos a las personas que conocemos. Total, podemos tener nuevas opciones en otras apps o en todo momento. Pero lo que más duele es que no valoramos lo que ahora tenemos, los vínculos que creamos, por la sencilla razón que tenemos apps que en nuestro ideal, nos van a conseguir lo mismo cuando queríamos.

Esto crea una espiral descendente en la que, cuanto más usamos la app, más difícil nos resulta establecer una conexión real. Esta dinámica alimenta la adicción a la aplicación, ya que seguimos buscando ese «match» perfecto que, en la práctica, nunca llega. No llega por la sencilla razón de que si cumplen esa función las apps pierden dinero.

Perfiles Falsos y Juicios Pendientes

Uno de los aspectos más controvertidos de Tinder es el uso de perfiles falsos para enganchar a los nuevos usuarios. Cuando te registras en la app, es posible que al principio te aparezcan perfiles extremadamente atractivos que rápidamente muestran interés en ti. Sin embargo, muchos de estos perfiles no son reales, sino bots diseñados para mantenerte dentro de la aplicación y, en algunos casos, para convencerte de pagar por servicios adicionales.

Según estudios, el 23 % de los perfiles en Tinder son falsos, son bots que saben como ligar, como interactuar y como mantenerte en la app para ellos puedan lucrar con tu tiempo, tus datos y toda tu estadía en la app. Lo más fuerte es que estos bots pueden parecer inocentes, que buscan solo crear interacción y parecen reales porque cuentan con perfiles en otras redes, fotos muy reales, etc.

El gran problema es que estos bots no son solo creados por Tinder, sino también por personas con malas intenciones. Estas personas tienen objetivos directos y concisos, apoderarse de datos. Esto también se da en otras redes, pero en las apps de citas es más peligroso, ya en ellas, extrañamente nos sentimos más seguros y contamos más intimidades cada vez que avanzamos en las conversaciones.

Este uso de perfiles falsos ha llevado a juicios contra Tinder y otras aplicaciones de citas, acusadas de transformar a los usuarios en «apostadores compulsivos» que buscan recompensas psicológicas difíciles de obtener. Aunque estas demandas aún están en proceso, ponen de manifiesto las prácticas poco éticas que subyacen en la industria de las citas en línea.

El Impacto de las Apps en el Comportamiento Social

Además de afectar la manera en que buscamos pareja, las aplicaciones de citas han cambiado fundamentalmente nuestras interacciones sociales. Una práctica común en estas apps es la de «desinstalar y reinstalar», que permite a los usuarios recibir una nueva oleada de perfiles atractivos cada vez que reactivan su cuenta. Esta estrategia crea un ciclo de euforia y decepción que refuerza la adicción a la app.

Si bien parece ser un hack, lo que en realidad pasa es generar una nueva forma de interacción con la app. Al final creamos un ciclo más avanzado. Pero, sigue fiel a la finalidad de la app, que estes pendiente de ella.

Otra consecuencia social negativa es el aumento del «ghosting», es decir, desaparecer sin dejar rastro después de haber comenzado una conversación o incluso una relación. En el pasado, la mayoría de las personas conocían a sus parejas a través de amigos en común o en entornos sociales, lo que significaba que había un cierto nivel de responsabilidad social. Pero con las apps de citas, donde los encuentros son con extraños sin conexiones mutuas, el ghosting se ha vuelto una salida fácil y sin consecuencias.

Otro nivel de comportamiento más perverso es usar a las camareras de un bar para atraer clientes a sus negocios con Tinder o con otras apps. Este es un caso clásico del tema que se dio en España. En resumen, las «camareras» contratadas por el bar, hacían match con hombres de 35 años y los citaban al bar y los hacían consumir en el mismo.

La Búsqueda de una Conexión Auténtica

Si estás buscando una relación significativa, es importante ser consciente de las limitaciones y las trampas de las aplicaciones de citas. Los estudios demuestran que lo que realmente predice el éxito de una relación es la compatibilidad en valores y personalidad, no la apariencia física o el atractivo inicial.

Una estrategia alternativa podría ser lo que algunos llaman «el test del tránsito». La idea es simple: imagina que estás en un auto con alguien y piensa si prefieres que haya mucho tráfico para poder seguir conversando, o si quieres llegar rápido a tu destino para terminar la interacción. Este sencillo ejercicio puede darte una idea clara de si realmente disfrutas de la compañía de la otra persona, más allá de la atracción superficial. Reemplaza un paseo tu auto por Tinder.

Las Apps de Citas no son lo que Parecen

Las aplicaciones de citas han cambiado para siempre la forma en que buscamos pareja, pero no siempre para mejor. Aunque pueden facilitar el contacto inicial, su diseño está orientado a mantenernos enganchados, no a ayudarnos a encontrar una relación duradera. Si buscas una conexión auténtica, es importante ser consciente de las trampas psicológicas que estas apps emplean y considerar alternativas más humanas y menos manipuladoras para conocer gente.

Al final del día, la felicidad en pareja proviene de encontrar a alguien que te acepte tal como eres, que te entienda. Que sea una persona confiable, que te quiera por tu personalidad, no por fotos y que te valores más que el hecho de deslizar hacia la derecha en busca de su próximo perfil perfecto.

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