16 de septiembre de 2024

¿Podría la Crisis de Natalidad Borrar a Korea del Sur del Mapa?

Imagínese salir un día a las calles de una ciudad y encontrarse con un panorama desolador: las calles semivacías, la mitad de las viviendas abandonadas, los parques vacíos, y los pocos locales comerciales con las cortinas bajas, sin esperanza de ser reabiertos.

Esta imagen, que bien podría ser el escenario de una película apocalíptica, es en realidad un posible futuro para Corea del Sur y otros países que enfrentan un problema demográfico sin precedentes: la rápida disminución de su población.

Durante décadas, el principal temor en los debates sobre demografía era la sobrepoblación, es más, nos preguntábamos qué pasará cuando lleguemos a los 8000 millones. Se temía que el crecimiento descontrolado de la población mundial agotara los recursos del planeta. En los últimos 15 años, esa preocupación ha dado un giro inesperado. La verdadera amenaza que se cierne sobre varias naciones no es el exceso de personas, sino la falta de ellas.

Desplome de la Tasa de Natalidad

La tasa de fecundidad, que mide el número promedio de hijos que tiene una pareja a lo largo de su vida, es un indicador crucial para entender la dinámica de una población. Si la tasa de fecundidad es igual a dos, la población se mantiene estable. Si es mayor, la población crece, pero si es menor, la población comienza a decrecer.

En la década de 1960, la tasa de fecundidad promedio en el mundo era de cinco hijos por pareja. Esto significaba que, por cada pareja que no tenía hijos, había otra que tenía diez para compensar. Este patrón no era raro; en generaciones anteriores, era común que una familia tuviera seis, siete u ocho hijos. Esa realidad es casi inimaginable hoy en día. En la mayoría de los continentes, con la notable excepción de África, las tasas de fecundidad han caído por debajo de dos.

Europa, por ejemplo, tiene una tasa de fecundidad de 1.51, América del Norte de 1.5, y América Latina cayó por debajo de 2.1 en 2015, y actualmente se sitúa en 1.3. Tener tres hijos se ha vuelto una rareza en gran parte del mundo.

El caso más extremo es el de Corea del Sur, donde la tasa de fecundidad es de solo 0.72, la más baja del mundo. Esto significa que si un millón de parejas coreanas tienen 720,000 bebés, en una generación la población reproductiva del país se reducirá en un 65%. Si esto tendencia continúa, la población de Corea podría caer un 99% en solo dos generaciones.

Un Problema Global y Acelerado

La situación en Corea del Sur es un ejemplo extremo, pero no es un caso aislado. En LATAM, dentro de los 18 países que participaron del estudio del Panorama Social 2020 de la CEPAL, muestra que esta tendencia global puede llegar con fuerza en la región. Solo por citar, Argentina, entre 2015 y 2020, experimentó una notable disminución en la tasa de fecundidad, resultando en aproximadamente 600,000 nacimientos menos de lo esperado. Esta caída en la natalidad ha llevado a que casi medio millón de argentinos no nacieran durante ese período.

Este problema se está acelerando en todo el mundo. En el pasado, cuando la sobrepoblación era una preocupación, muchos países implementaron políticas activas para reducir la tasa de natalidad. China, con su famosa política del hijo único, es un caso emblemático, pero que últimamente empieza a aflojar.

Muchos países están tratando de aumentar la natalidad, pero sin éxito. En Corea del Sur, por ejemplo, el gobierno ofrece interesantes incentivos por cada nuevo hijo, pero este incentivo económico no ha logrado cambiar las decisiones de las personas.

Las Causas Detrás del Declive

El declive en la tasa de natalidad es un fenómeno complejo que tiene múltiples causas, tanto económicas como culturales. Uno de los factores más importantes es el retraso en la edad reproductiva. Las personas deciden tener hijos a edades más avanzadas. En los últimos 50 años, la edad promedio para tener el primer hijo ha aumentado de 21 a 26 años en Estados Unidos y de 23 a 28 en Europa. En países como España e Italia, la edad promedio para el primer hijo es de 32 años.

Este retraso en la edad reproductiva tiene un impacto directo en el número total de hijos que una pareja puede tener. Aunque es posible retrasar el inicio de la reproducción, el final del periodo reproductivo humano no se puede postergar, lo que naturalmente se traduce en menos hijos.

La presión social para tener hijos ha disminuido considerablemente, cada vez se escucha menos el «chiste» de «Para cuando el bebé» en las comidas familiares. En generaciones anteriores, no tener hijos era visto como un fracaso personal o social, pero hoy en día es cada vez más aceptable decidir no tener hijos.

Otro factor crucial es el mejor acceso a la anticoncepción. En el pasado, aunque una pareja no quisiera tener hijos, la falta de métodos anticonceptivos efectivos significaba que a menudo no tenían otra opción. Con métodos como el chip subcutáneo, que no depende de la memoria o de un momento específico, muchas personas pueden controlar mejor su fertilidad.

El costo económico de tener hijos es un factor decisivo para muchas personas. Criar un hijo implica gastos considerables en educación, salud y otras necesidades, lo que puede reducir significativamente el nivel de vida de una familia. Para las mujeres, en particular, tener hijos puede afectar sus oportunidades laborales, ya que la licencia por maternidad y otras responsabilidades pueden retrasar o interrumpir sus carreras.

Quizás menos evidente pero igualmente importante, es la percepción de que el mundo está en tal estado de crisis que no vale la pena traer hijos al mismo. Preocupaciones como el cambio climático, las crisis económicas y la inestabilidad social han llevado a muchas personas a decidir que no quieren criar hijos en un mundo que parece estar al borde del colapso.

Un fenómeno preocupante es la disminución de la frecuencia sexual. Las estadísticas muestran que las personas están teniendo menos sexo que antes, lo que, combinado con un mejor acceso a la anticoncepción, resulta en menos embarazos.

Impacto en el Mapa Mundial

Estos cambios demográficos están alterando el mapa del mundo de maneras profundas. La única región donde la tasa de natalidad sigue siendo alta es África subsahariana. Mientras que en Europa la tasa de fecundidad es de alrededor de 1.2, en África subsahariana el promedio sigue siendo de cinco hijos por pareja. Países como Níger tienen una tasa de fecundidad de 7, y Nigeria, el país más poblado de África, tiene una tasa de 5.5.

Si todo sigue así, para el año 2100, África pasará de tener dos veces la población de Europa, o tal vez veinte veces más. Europa, que ha sido el centro del poder mundial durante siglos, verá su influencia disminuir drásticamente debido a la caída de su población. China, que actualmente es el país más poblado del mundo, verá su población reducirse a la mitad para finales de siglo.

Nigeria se convertirá en el segundo país más poblado del mundo, solo detrás de India. Este cambio demográfico no solo alterará el equilibrio de poder global, sino que también planteará desafíos sin precedentes en términos de recursos, migración y geopolítica.

El Desafío Futuro NO es solo para Korea

La paradoja de esta crisis demográfica es que es el resultado de logros sociales y económicos. El acceso a la educación, la anticoncepción, las oportunidades laborales para las mujeres, y la emancipación de las presiones sociales son avances importantes. Estos logros están teniendo un impacto negativo en la tasa de natalidad.

El desafío para las próximas décadas será encontrar una manera de reconciliar estos avances con la necesidad de mantener una población estable. Si no se encuentra una solución, podríamos enfrentar un futuro en el que la falta de deseo o posibilidad de tener hijos se convierta en la mayor amenaza para la supervivencia de la especie humana.

La pregunta clave dentro de todo esto no es ¿Podría la Crisis de Natalidad Borrar a Korea del Sur del Mapa? Sino si podremos superar este desafío todos los países o si estamos destinados a ver cómo países enteros desaparecen del mapa. Solo el tiempo lo dirá.

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