16 de septiembre de 2024

Worldcoin: La Batalla Global por los Ojos Humanos

Sam Altman, el visionario detrás de OpenAI, está librando una batalla internacional con su proyecto Worldcoin, una iniciativa que pretende escanear los iris de todos los humanos en la Tierra para distinguir a las personas de los robots en un futuro dominado por la inteligencia artificial (IA).

Pero su ambición se enfrenta a la resistencia de gobiernos en todo el mundo.

Worldcoin promete resolver uno de los problemas más espinosos que la revolución de la IA podría traer consigo: la dificultad de distinguir entre humanos y robots avanzados. Para ello, utiliza un dispositivo llamado «Orb», que escanea los iris de las personas y les otorga un pasaporte digital único, el «World ID», junto con pagos en la criptomoneda WLD de la compañía. Altman sostiene que su tecnología es crucial para mantener la confianza en un futuro donde la IA podría eclipsar las capacidades humanas.

Desde su lanzamiento, Worldcoin ha verificado a más de seis millones de personas en casi 40 países, y su criptomoneda WLD tiene un valor teórico de 15 mil millones de dólares. Sin embargo, el proyecto ha sido objeto de investigaciones y bloqueos en más de una docena de jurisdicciones. En Hong Kong, la empresa fue allanada, en España fue bloqueada, en Argentina multada y en Kenia investigada criminalmente. Un fallo en la Unión Europea podría determinar si el proyecto puede continuar operando en la región.

Las preocupaciones de las autoridades giran en torno a la forma en que Worldcoin maneja los datos de los usuarios, entrena sus algoritmos y evita escanear a menores. A pesar de que Worldcoin afirma que su tecnología es completamente privada y que no almacena imágenes ni datos personales sin consentimiento, varios reguladores y defensores de la privacidad creen que la empresa está construyendo una base de datos biométrica global con poca supervisión.

Damien Kieran, director de privacidad de Worldcoin, defiende el proyecto alegando que han construido una tecnología que mejora la privacidad y que no venden datos, ya que no saben a quién pertenecen. Sin embargo, la controversia sigue siendo intensa, especialmente en países en desarrollo donde Worldcoin ha operado desde sus inicios.

Altman concibió Worldcoin en 2019 como una forma de distribuir ingresos básicos universales a personas cuyas vidas podrían verse afectadas por la IA. En lugar de expandirse en los EE. UU., la compañía se enfocó en mercados menos desarrollados como Indonesia, Kenia y Nigeria, lo que provocó críticas por aprovecharse de la falta de sofisticación tecnológica de estas regiones. En Kenia, por ejemplo, las autoridades han llevado a cabo investigaciones, secuestrado equipos y llevado a cabo audiencias parlamentarias sobre las actividades de la empresa.

En respuesta a las acciones de los reguladores, Worldcoin ha lanzado una ofensiva global para mejorar su imagen y ha introducido nuevas medidas de seguridad. Los operadores de los Orbs ahora verifican tarjetas de identidad para evitar escanear a menores, y la compañía permite a los usuarios eliminar permanentemente los códigos de iris. Además, Worldcoin ha implementado un sistema de segmentación de los códigos de iris, de manera que solo aquellos con acceso a todos los servidores y las claves de combinación podrían reconstruir los códigos.

Aunque Altman no está involucrado en la gestión diaria de Worldcoin, posee acciones en la compañía y está alineado para recibir tokens WLD. Worldcoin ha atraído el apoyo de grandes inversores, recaudando 240 millones de dólares de firmas como Andreessen Horowitz y Khosla Ventures.

Sin embargo, el éxito del proyecto depende en gran medida de su criptomoneda. Si los precios de WLD caen, habrá menos incentivos para que las personas se inscriban, lo que podría poner en riesgo todo el proyecto. A pesar de ello, algunos usuarios están apostando a largo plazo en la visión de Altman, confiando en que Worldcoin será una herramienta esencial en un futuro dominado por la IA.

Mientras tanto, el futuro de Worldcoin sigue en la balanza, con reguladores y gobiernos de todo el mundo observando de cerca sus próximos movimientos.

Fuente: The Wall Street Journal

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